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El nuevo reloj del equipo del JILA tiene una precisión récord gracias al uso de una trampa de luz más fina y blanda para evitar dos tipos de errores habituales en los relojes de celosía óptica, a saber, la exposición a la luz láser y las colisiones de los átomos entre sí. Se cree que la precisión es de 8,1 partículas por cada 10 quintillones, lo que significa que se desviarían sólo un segundo si hubieran estado funcionando durante 30.000 millones de años, el doble de la edad del universo.
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