Uno de los procesos de «robo» de obras de arte más lentos de la historia está teniendo lugar actualmente en el desierto del Néguev, donde antiguos petroglifos tallados por cazadores, pastores y comerciantes hace más de 5.000 años están siendo erosionados por hongos y líquenes.
En la zona se conservan desde hace miles de años petroglifos que representan íbices, cabras, caballos, burros, camellos y formas abstractas. Sin embargo, un nuevo estudio ha revelado que una serie de microorganismos que viven en las rocas suponen una grave amenaza para su conservación.
Entre los hongos identificados, la mayoría son hongos microcoloniales conocidos por su actividad destructiva en entornos desérticos. El reciente estudio se centró especialmente en el peligro que estos organismos suponen para las estructuras rocosas y las obras de arte antiguo.