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Según Laura Rabbacin, estudiante de doctorado en la Academia de Bellas Artes de Viena, los hongos y líquenes también causan efectos negativos en las propias rocas.
Resolver el problema sigue siendo un reto importante. La necesidad de observar de cerca las comunidades microbianas y de documentar detalladamente el arte rupestre es cada vez más urgente, subrayó la autora principal del estudio, la profesora Katja Sterflinger.
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