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El resultado fue que los corales iluminados artificialmente atraían a los peces jóvenes, que eran devorados por los depredadores. El especialista subrayó que esos corales son un mal entorno para los peces jóvenes, ya que hay muchos depredadores que aprovechan para comer al pasar nadando.
Schiegler concluyó que la luz artificial debe considerarse otra amenaza para los habitantes de los mares y ecosistemas costeros.
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